“El español terrible que acecha lo cimero con su piedra en la mano, está ahí, enorme, grasiento, pendenciero."

-La poesía española, al menos durante la década de los 90, se caracterizó, entre otras cosas, por el enfrentamiento entre dos corrientes, la poesía llamada de la experiencia y el movimiento conocido como de la diferencia, ¿cuál fue su opción?
-No creer, a la fecha de hoy, en ninguna de sus vertientes y dejo aparte calificativos; siempre opté por la individualidad.
-Aquellas aguas trajeron estos lodos, diría un aficionado al Refranero. ¿Cómo ve Ud. los lodos que fraguan los ladrillos de la poesía actual?
-Jamás vi tan gran atolladero de mentira, tanta suciedad, tanta corrupción y tanta poesía mala en los mercados. Normalmente, entro en las librerías a buscar ensayo. Ello no obsta para que siga habiendo grandes voces, las que normalmente se han tenido que labrar a fuerza de martillo y de palabra. En España sigue existiendo y flotando sobre nuestras cabezas la piedra cernudiana. El español terrible que acecha lo cimero con su piedra en la mano, está ahí, enorme, grasiento, pendenciero.
-¿Y Dolors Alberola, dónde está?
-En estos momentos casi no está, porque no sé si merece la pena seguir ofreciendo tanta sangre en un campo baldío. No está sino en la palabra y para la palabra, pero, al menos de momento, la mantiene en el reino del silencio. Quien quiera agua la busque bajo tierra.